jueves, 11 de octubre de 2012

ADAPTACIÓN DE UN CUENTO

El cuento lo he adaptado para el segundo ciclo de primaria, ya que considero que sería un cuento demasiado largo y complejo para el primer ciclo. He añadido algo de fantasía, ya que es algo que gusta mucho a los niños de estas edades. 


TODA CLASE DE PIELES 

Hace mucho, muchísimo tiempo, había un reino repleto de criaturas mágicas cuyos reyes eran los más hermosos elfos que se pueda imaginar. Se encontraban en un momento de esplendor, ya que hacía bastantes años que las guerras habían finalizado y que la paz se respiraba en el ambiente. Solo había un problema, los reyes anhelaban tener una hija más que nada en el mundo, pero por más que lo intentaban, la reina no se quedaba embarazada.

Un día en el que el sol brillaba especialmente, la reina anunció a su marido que estaba esperando un bebé. Ante la noticia, celebraron una suculenta cena y esperaron pacientemente a su nacimiento. Pero no todo era alegría, ya que el día del parto hubo complicaciones, y la reina se quedo muy débil. Antes de morir, la reina pidió que el rey entrara para despedirse, y le hizo prometer que reharía su vida y buscaría una buena mujer para que le acompañara durante su reinado. También le dio un colgante con la figurita de un hada para que le diera a su hija, y así estar siempre con ella.

Al principio, tras la muerte de la reina, el rey se aisló de todo el mundo, ya que la tristeza le impedía estar al frente del reino. No era capaz ni de cuidar de su hija. Pero un día, estando en su habitación, se puso a buscar entre los objetos de su mujer, y encontró su anillo de bodas. El rey lo interpretó como una señal que le mandaba su mujer para que levantara la cabeza, y decidió ir a ver a su hija, a la que no veía desde la muerte de su esposa.

Nada más abrir la puerta y ver a la preciosa niña, supo que iba a ser la más bella elfa que jamás haya estado por esas tierras, y al instante se arrepintió de haber estado separado de ella. En ese momento, colocó la cadena con el hadita, junto con la alianza, en el cuello de la pequeña y la prometió que siempre la cuidaría.

Fueron pasando los años y la joven princesa fue haciéndose más mayor y más hermosa si aun era posible. En cambio, el rey, seguía sin fuerzas de buscar esposa, ya que nadie podría ocupar el vacío que le había dejado la reina.

Una tarde, durante el acostumbrado paseo del rey antes de irse a dormir, se fijó en su hija, que estaba leyendo en los jardines. Ya era lo suficientemente mayor para casarse con un apuesto príncipe. ¿Y si la buscaba un buen esposo para que ambos reinaran, en vez de buscar él a alguien a quien no amaría nunca?

Al día siguiente, comenzó a preparar un gran baile en el que su hija pudiese escoger con quien quería casarse. La princesa no se sentía preparada para ello, así que decidió hacer un trato con su padre: solo se casaría con un príncipe si la conseguía la diadema más brillante de todo el reino mágico. Una diadema de la que las mismísimas estrellas sintieran envidia al verla.

Su padre, un poco contrariado aceptó, ya que no podía negarle nada a su bella princesa. Pasaron los días y la princesa creyó que su padre se había olvidado del tema, hasta que una tarde se reunió con ella y la hizo entrega de la diadema más bonita y  brillante que jamás había visto.

La princesa, que seguía convencida de que no estaba preparada para casarse, encargó nuevamente a su padre un regalo: un abrigo que reuniera pieles de todos y cada uno de los animales del reino.

El rey encargó a todos sus súbditos que se pusieran a ello, y aunque tardaron un par de años, finalmente consiguieron terminarlo. El rey corrió a darle la noticia a la princesa, y antes de nada, la dijo que no iba a aceptar más tratos, y que no podía atrasar más el enlace.

Esa misma noche, la princesa cogió su abrigo de toda clase de pieles, su diadema tan brillante que hasta las estrellas sentían envidia y el vestido más bonito que había conseguido guardar de los que pertenecían a su madre y se escapó.

Comenzó a andar y a andar y a andar… andó tanto durante tantos días, que pronto dejó el reino en el que había crecido atrás. La joven elfa aprendió a vivir en los bosques, alimentándose de plantas y pequeños animales.

Una mañana, se despertó al oír a dos hombres hablando muy cerca de ella. La princesa, que siempre llevaba puesto su abrigo de pieles para protegerse del frío, pensó que no se darían cuenta de que estaba allí. Pero los hombres, que se conocían el bosque, sabían que había algo que no encajaba en el paisaje, así que fueron donde estaba la princesa escondida y tiraron del abrigo de todo tipo de pieles. La encontraron tan sucia, y tan desnutrida, que decidieron llevarla a palacio. Durante el camino, la princesa descubrió que no eran hombres como tal, sino dos elfos, aunque algo distintos a como ella siempre los ha conocido, ya que estos tenían las orejas más puntiagudas. Por tanto, se encontraba en el segundo reino más importante del mundo mágico.

Una vez en palacio, el príncipe decidió que podía quedarse para ayudar en las cocinas. Como nunca se quitaba su precioso abrigo de todo tipo de pieles, nadie podía ver que sus orejas eran diferentes y nadie podía reconocerla, aunque todos sabían que había algo en ella que no les encajaba,  ya que era demasiado educada para haber vivido en los bosques.

Fueron pasando los años y la princesa, sin revelar nunca su identidad, fue ganándose la confianza de todos los miembros del servicio del castillo.

Un día, el príncipe anunció que iba a convocar a todas las elfas de ese reino para elegir a su futura esposa en un baile. La princesa, que estaba locamente enamorada del príncipe en secreto, comenzó a idear un plan. La noche del gran baile, la bella elfa pidió permiso en las cocinas para irse un poco antes a ver de lejos como era el baile, ya que nunca había visto uno. La dijeron que sí, pero que debería de volver a preparar el pastel de nenúfares que tanto gustaba comer al príncipe antes de irse a dormir.

Y así fue. La princesa, cuando obtuvo el permiso, corrió hacia su habitación, se lavó, se peinó y se puso el vestido de su madre con la cadena del hada y la alianza por fuera. Por último, se colocó la diadema tan brillante que hasta las estrellas sentían envidia. Estaba radiante y bella como nunca.

Bajó al salón del baile y nada más entrar, todo el mundo quedó impactado, ya que nadie recordaba haber visto nunca a una elfa tan hermosa. El príncipe estuvo toda la noche con ella, olvidándose de que había cientos de elfas más en palacio. Solo existía ella esa noche. El príncipe elfo, que había leído mucho, sabía que muchas princesas se iban corriendo al llegar la medianoche, por lo que tomó una decisión: sin que la princesa se diera cuenta, la puso un anillo para reconocerla en cuanto la volviera a ver.

Efectivamente, la princesa, llegado cierto punto de la noche, le dijo que debía irse. Ella corrió de nuevo a su cuarto y se puso su abrigo de todo tipo de pieles. Bajó a las cocinas y preparó al príncipe el pastel de nenúfares que tanto le gustaba, e introdujo la alianza de su madre en su interior. Al día siguiente, repetiría esta opción con el hada de su cadena. Como el jefe de cocina estaba muy ocupado, pidió a la princesa que se lo subiera ella misma al joven elfo.

La princesa subió y llamó a la puerta. El príncipe abrió y se llevó una sorpresa al verla, ya que nunca le había subido ella el pastel. Al recoger la bandeja, se fijó en que la muchacha tenía el anillo que él había regalado a la bella dama durante el baile. En ese momento la invitó a entrar y fue comiéndose el pastel lentamente mientras la observaba de abajo a arriba. Al llegar al último bocado, se encontró con la alianza, así que la preguntó qué significaba eso y si lo había puesto ella allí. La elfa negó todo inmediatamente, pero el príncipe estaba preparado. Se acercó a ella, cogió su mano y la dijo que era la pareja del anillo que él había deslizado en su mano durante el baile. Sin duda era una señal de que el destino quería que estuvieran juntos, así que la propuso matrimonio y ella dijo que sí sin dudarlo.

Al poco tiempo fueron nombrados reyes del reino y tuvieron un pequeño elfo, viviendo felices muchos años más.


LO QUE HE ADAPTADO

Primero voy a centrarme en lo que he cambiado para utilizarlo con niños de segundo ciclo:
  • En vez de ser personajes humanos, he puesto a elfos, ya que son criaturas fantásticas que siempre llaman la atención a los alumnos.
  • La reina deja a su hija una cadena con un hada, para seguir con la temática fantástica.
  • La alianza de la reina, he decidido que fuera entregada por el padre a la princesa como símbolo de fuerza para que el padre cuidara a su hija tras la muerte de su mujer.
  • He quitado cuando el rey quiere casarse con su hija, ya que creo que el incesto es algo muy complejo para trabajarlo con los niños a estas edades.
  • De los regalos de boda del padre, he mantenido solo el abrigo de todo tipo de pieles, ya que me parece bastante significativo del cuento, y he cambiado los tres vestidos por la diadema tan brillante que hasta las estrellas sentían envidia.
  • He cambiado que la princesa baile con el príncipe una sola noche en vez de tres para que el cuento no fuera tan largo, ya que pensando en el ciclo al que me dirijo, no sería conveniente.

LO QUE HE MANTENIDO
Los siguientes puntos no los he cambiado porque me parecían importantes para que no se perdiera la esencia del cuento:
  • Que fueran reyes y la hija una princesa que al final del cuento termina casándose con el príncipe.
  • Que la reina muriese como consecuencia del parto.
  • La decisión del padre de que la hija se tenía que casar, hecho que hace que la princesa se escape al bosque.
  • Que sean dos personajes los que se encuentran a la princesa y la lleven a palacio, donde trabajará ayudando en las cocinas.
  • Se mantiene que la princesa vaya siempre por palacio con el abrigo de todo tipo de pieles para evitar que la reconozcan.
  • Que el príncipe pusiera el anillo a la princesa para posteriormente pedirla matrimonio.


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